El impuesto de transacciones financieras, que gravará la compra de acciones españolas con una tasa o impuesto de 0,2% y que ha sido recientemente aprobada por el Gobierno castigará un poco más el ahorro en España, que ya está lo suficientemente penalizado en los últimos años por la Política Monetaria que ha llevado los tipos de interés del ahorro a una rentabilidad del -0,4%.
A simple vista, un 0,2% puede parecer una cantidad anecdótica pero equivale a más que doblar la comisión media de compra que cargan a sus clientes los principales brokers o sociedades de valores nacionales, que es aproximadamente el 0,15%. Una subida así de precios provocará irremediablemente una disminución de las operaciones realizadas en las acciones españolas con una capitalización superior a 1000 millones de euros (que son las gravables con este impuesto y que suponen la mayoría de las acciones que cotizan en el mercado continuo español) por lo que muy probablemente se recaudará finalmente una cantidad menor a la inicialmente presupuestada, que se ha estimado por parte del Gobierno que será de unos 850 milllones de euros anuales.
Probablemente la nueva tasa pondrá en apuros a algunos brokers o intermediarios bursátiles españoles, un negocio que tiene que soportar unos muy elevados costes regulatorios que han ido en aumento en los últimos años con la implantación de MIFID II.
A nivel operativo en el mercado español se va a dar la paradoja de que para un inversor vaya a ser más barato comprar acciones de Apple, Heineken o BMW que de Telefónica o el Banco Santander. Esperamos que al menos esta paradoja ayude a que las carteras de los ahorradores españoles aumenten su diversificación y no se concentren tanto en compañías nacionales.
A nivel de ahorro a través de fondos de inversión o planes de pensiones los que más sufrirán son los que limiten su operativa al mercado nacional o europeo (la gran mayoría de los que se comercializan en España). Lo normal es que los fondos españoles globales, como es el caso del GPM Gestión Activa Alcyon que gestiono, eviten las acciones españoles salvo en contadas excepciones de alguna tesis de inversión o estrategia muy clara. Probablemente esta tasa de lugar a una disminución de la liquidez en el mercado nacional, lo cual es negativo porque aumentará la probabilidad de cuellos de botella o imposibilitará vender o comprar a precios justos en los períodos en los que aumente la volatilidad.
En definitiva, en principio, y analizándolo desde una perspectiva general la implantación de manera unilateral y no global de la tasa Tobin para las operaciones en los mercados nacionales es una medida política negativa. Quizás las únicas beneficiadas, además del Estado sobre todo a corto plazo, sean las empresas de menos de 1000 millones de capitalización pues probablemente se produzca un trasvase especialmente en las operaciones más especulativas de las grandes y medianas empresas hacia las más pequeñas.